El cantón de El Valais responde al detalle a la imagen mitificada que tenemos de Suiza. Sus pueblos, valles y montañas son de postal, a lo que se suman muchos otros atributos, como contar entre su paisaje con el espectacular glaciar Aletsch o cumbres como el Matterhorn y Jungfrau. Abajo, en el valle del Ródano, las viñas se extienden junto a su ribera a la sombra de castillos medievales. Ahora bien, todo dependerá de la época en quieras ir y cuál sea el foco de la visita.
El cantón es el valle que forma el río Ródano hasta su desembocadura en el lago Lemán. A cada lado despuntan más de la mitad de los ‘tresmiles’ y ‘cuatromiles’ del país. Así que sus carreteras, al salirse de la vía principal, literalmente trepan por las laderas. A los trenes tampoco les asusta tanta verticalidad y culebrean por la montaña con la misma gracia que en un diorama, el paisaje de juguete donde todo luce impecable.
Como transporte alternativo –que en realidad aquí es muy común–, existen numerosas líneas de teleférico, que además de subirte hasta las pistas de esquí, conectan con los otros atractivos turísticos de la zona. Y siempre habrá la posibilidad de ir andando, claro, con la ventaja de que es casi imposible perderse: la señalización está en mejor estado que en muchas autopistas de pago; es la precisión suiza llevada hasta el último detalle.