
Más de 10 minutos en coche desde Cachi por un camino de tierra lleno de baches nos conducen hasta este espléndido retiro de montaña a los pies del Nevado de Cachi. Rodeado de jardines diseñados con plantas nativas, el hotel parece por fuera una fortaleza.
Dentro encontramos espacios de atmósfera monástica y a la vez cálidos, decorado con alfombras artesanales como alegre contrapunto a la recia arquitectura. Pero no se trata de un viejo monasterio o una vieja estancia. La única construcción que había en la finca era una casa de adobe y piedra de un siglo de antigüedad que se restauró para convertirla en el fantástico spa. Su arquitecto, Mariano Sepúlveda, autor de El Manantial del Silencio y de otros establecimientos, quien murió poco antes de la inauguración en 2007, era un especialista en arquitectura neocolonial y sabía hacer milagros.
Todo está construido con materiales típicos de la zona: adobe, madera, cañas huecas en los techos, baldosas de cerámica… Las vastas áreas comunes son todas de planta abierta pero con muchos rincones secretos y un bar sorprendentemente moderno escondido entre las telas andinas. ¿Preparados para un merecido descanso tras atravesar el valle de los cactus?